miércoles, 21 de abril de 2010

Primer envío

Estimado Chiche:

Te agradezco el atrevimiento de reservar un espacio de estas características.

En cuanto al nombre, siempre he estado convencido de que en las palabras no reside la esencia de la cosa. Creo haberlo dejado claro al nombrar a mi hija Seisycuarentaycinco, en una directa alusión al horario en el que me despierto para ir al trabajo.

Me intriga tu interés en los animales mitológicos. Desde niño he sido un fiel seguidor. He tenido algunos disgustos entre mis amistades, al hacer referencia al Minotauro como “el superhéroe de todos los tiempos”; perdía considerablemente la credibilidad cuando se me pedía que dé razones sobre por qué le cuesta bajar con cierta gracia por el batitubo. Nada que una sencilla cirugía no pueda solucionar.

Le he estado dando vueltas a la cuestión por semanas, y no puedo dar con una explicación. Quizá puedas ayudarme. Despierto con el mismo sueño constantemente: un Frankfurter vestido de Sir inglés consulta por una psicoterapia conmigo y trae – esto es verdaderamente increíble – un sueño: que yo me presento en sus sueños y le impero: “¡Ensalchíchame!”. ¡Que me ensalchiche!, ¡Qué horror! Sin embargo, gracias a mis habilidades innatas, puedo sobrellevar el estupor y enseguida le retruco con la siguiente pregunta: “¿y tu crees que puedes ingerir medio vaso de vinagre de jerez y deletrear el nombre de tu suegra sin producirte una hemorragia intestinal?”.

Profundamente desconcertado,

Mopty.

P.D: Acabo de recordar estar en deuda contigo. Te detallo los ingredientes del budín:

- 3 huevos

- 1 taza de azúcar

- 2 tazas de harina leudante

- 1 taza de crema de leche.

- ralladura de limón

- un chorrito de esencia de vainilla

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